Mi buen Doctor, no te canses...

¡Mi buen Doctor, no te canses emitiendo pareceres o desarrollando tesis inútiles... no pierdas tu tiempo recomendando la eficacia de tus drogas famosas...!

Más de una hora has estado con el oído puesto sobre mi corazón y no has oído nada. Más de una hora has estado espiando y no has adivinado nada tampoco. ¿Dónde está pues tu ciencia? Después de pensarlo mucho me recetarás cualquier jarabe infalible y te irás satisfecho de tu clarividencia ¡oh mi buen Doctor!

Más de una hora has estado con el oído puesto sobre mi corazón y no has podido comprender que él estaba dentro!

Guarda tu receta para un caso más clínico... ¡Por desgracia mi médico amado, el único capaz de curarme, está lejos muy lejos...!