Sobre la obra (About the collection)
La foto muestra a "los camilitos", estudiantes adolescentes, regresando a la escuela militar después de un fin de semana
En español
El régimen político en Cuba ha sido por más de medio siglo una dictadura con políticas militares, personalistas y de partido único. Sus medidas económicas y culturales han seguido los principios del totalitarismo, en cuya base subyace el deseo de convertir a los individuos a una ideología institucionalizada por medio de una vanguardia militar. Como discurso político, el totalitarismo busca el (des)control del archivo social, a través del cual se pretende dirigir la identidad política de la sociedad a despecho de su realidad inmediata. Los totalitarismos del siglo XX están pretendidos por razonamientos ideológicos que mezclan discursos bíblicos y positivistas en un coctel retórico de cientificismo mesiánico, o de mesianismo científico, canonizado a la cañona. Paisaje de arcilla de Alejandro Aguilar es un libro que destaca la atmósfera del totalitarismo —entre 1969 y 1973— y de la disciplina militar en las llamadas «escuelas del campo» para adolescentes en Cuba.La obra está compuesta por microrrelatos poéticos de la experiencia del autor en lo que fue la Escuela Militar Camilo Cienfuegos, conocida como "los camilitos", cuyo principio pedagógico era la combinación del estudio, el trabajo y el fusil. En un artículo antes publicado, me he referido al contexto de esta obra como las Escuelas Secundarias Básicas en el Campo (ESBC), iniciadas en 1969. Gracias al autor, he podido rectificar este error en la presente edición.
En este contexto, el narrador está situado unos 30 años después de lo ocurrido, rememorando cuatro años en una beca escolar con un régimen de pases y salidas al hogar los fines de semana. En la escuela, un comité militar es la máxima autoridad. Los profesores se encuentran bajo las órdenes de los oficiales y de un sargento apodado «Hitler». La manera de nombrar a los personajes de la obra refuerza la atmósfera totalitaria del régimen escolar-militar. Además del caso del sargento, los estudiantes son llamados «Elementos»: «Elemento 622», «Elemento 681», etc., lo cual les quita su identidad personal y los reduce a piezas de un proyecto mayor. La elección del término «elemento» alude al título de la obra y a una frase de la carta-ensayo El socialismo y el hombre en Cuba del guerrillero Ernesto Guevara «La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud». Esta frase aparece en Paisaje de arcilla cuando, para una inspección de la escuela, fue inscrita con letras rojas en una valla. Los estudiantes son «arcilla» en manos de un sistema que busca moldearlos para cumplir con su proyecto de «formación del hombre nuevo». Este es también el título de uno de los microrrelatos de la obra, en el cual Aguilar explora las consecuencias de este proyecto pedagógico totalitario sobre los jóvenes cubanos. En Cuba, la palabra «elemento» también describe a cualquier joven de algún perfil problemático para la vanguardia militar.
La visión de Guevara en su ensayo ilustra una de las características más notables del socialismo cubano: su enfoque personalista y su dependencia de la figura de Fidel Castro como líder supremo. Según Guevara, las instituciones socialistas requieren una nueva formación social del sujeto, donde el individuo se piense como parte de una masa, actuando bajo el mando de una vanguardia militar y política. Paisaje de arcilla describe las experiencias de jóvenes sometidos a esta «maquinaria que despersonaliza», una frase que capta la esencia de lo que es vivir en esta dictadura: la imposición de un «nosotros» singular que borra el «yo» y convierte al individuo en una pieza del sistema totalitario. El totalitarismo es la voluntad absoluta de un nosotros singular, hegemónico y homogeneizante, el terror del yo desposeído y despersonalizado.
In English
The political regime in Cuba has operated for over half a century as a dictatorship defined by military, personalist, and one-party rule. Its economic and cultural policies adhere to the principles of totalitarianism, driven by a fundamental ambition to assimilate individuals into an institutionalized ideology through a military vanguard. As a political project, totalitarianism seeks to manipulate the social archive as a means to construct political identities, often at odds with immediate social realities. The totalitarian regimes of the 20th century are rooted in ideological frameworks that intertwine biblical and positivist discourses, producing a rhetorical fusion of messianic scientism—or scientific messianism—enforced through authoritarian means. Landscape of Clay by Alejandro Aguilar examines the pervasive atmosphere of totalitarianism between 1969 and 1973, focusing on the militarized discipline imposed in Cuba’s popularly-known “camilitos” for adolescents. This collection comprises poetic passages based on the author’s experiences at what was the Military School Camilo Cienfuegos, an institution governed by a pedagogical principle that merged study, labor, and military training.
The narrative is situated 30 years after the events, as the narrator reflects on four years spent at a boarding school under a regime that allowed only limited home visits on weekends. At the school, a military committee functioned as the ultimate authority. Teachers operated under the directives of officers and a sergeant nicknamed “Hitler.” This work’s nomenclature techniques reinforce the totalitarian structure of the military school environment. Students are referred to as “Elements”—for example, “Element 622” or “Element 681”—a practice that stripped them of personal identity and reduced them to functional components of a larger ideological project. The use of the term “element” connects to the title of the work and references a line from Ernesto Guevara’s essay-letter Socialism and Man in Cuba: “The fundamental clay of our work is the youth.” This phrase, which appears in Landcape of Clay during a school inspection, was written in red letters on a banner. Students, likened to “clay,” are depicted as raw material molded by the system to fulfill its vision of creating the “New Man.” Aguilar explores this pedagogical mission’s totalitarian impact on Cuban youth in one of the stories, aptly titled “The Education of the New Man.” In Cuban vernacular, the term “element” also denotes individuals with problematic profiles from the perspective of the military regime.
Guevara’s vision in Socialism and Man in Cuba underscores a defining feature of Cuban socialism: its personalist structure and reliance on Fidel Castro as the supreme leader. According to Guevara, socialist institutions would require a new social formation in which individuals conceive themselves as parts of a collective mass, subordinate to the directives of a political and military vanguard. Paisaje de arcilla vividly depicts the experiences of youth subjected to what Aguilar terms a “depersonalizing machinery,” encapsulating the essence of life under the Cuban dictatorship. The system imposes a singular collective that obliterates the individual, transforming personal agency into the functional role of a cog within the totalitarian apparatus. Totalitarianism, as represented in this work, emerges as the absolute imposition of a hegemonic and homogenizing collective, anchored in the terror of a dispossessed, depersonalized identity.