Tensiones (Tensions)
En español
A un jefe de compañía, teniente bravucón y analfabeto, le susurran obscenidades desde lo oscuro. El regordete blasfema, blande su pistola y acciona el mecanismo que la deja lista para disparar. En medio del corredor agita el arma amenazante en la mano derecha, mientras la izquierda sostiene una bota rebosante de mierda. El rostro lívido y la boca endurecida jurando matar al bromista. El sargento "Hitler" vapulea a un elemento que replica a una de sus constantes ofensas. Bajo el sol que atiza los ánimos y la mirada asustada de toda la compañía, el hombre golpea repetidamente al muchacho, como si cada golpe fuera el motivo para otro más fuerte. El debilucho cae y se deja caer en busca de perdón. El sargento se recompone y decide poner en marcha a la compañía. Vocifera las órdenes de mando pero nadie se mueve. Los ciento veinte muchachos parecen estar sordos. La ira contenida los petrifica como el magma. El hombrecito empuja, ofende, pero la masa se torna piedra filosa, desafiante. Él se hunde sin remedio en la histeria y desaparece en los dormitorios. Esa madrugada, una tormenta de puñetazos y patadas devasta lo que queda del bravucón. Poco antes del amanecer, se interna en la espesura más allá de las cercas. Minutos después retumba un disparo multiplicado por el eco. Los que acuden junto a otros oficiales hallan al sargento "Hitler" tumbado entre la yerba y sangrando. La farsa de suicidio con un disparo a sedal en el estómago solo logra que sea degradado y lo expulsen del cuerpo por actitud deshonrosa. Nadie cuestiona la golpeadura al estudiante.
In English (trans. by Andrew Hurley)
Out of the dark, someone is hissing obscenities at the company commander, an illiterate, bullying lieutenant. The blubbergut curses, pulls out his pistol, takes off the safety. He stands in the middle of the barracks, in the passageway between the bunks on each side of the long room. His right hand waves the weapon menacingly while his left hand grasps a boot brimming with shit. The vivid face, the clenched teeth swearing to kill, the joker that did this. Sergeant "Hitler" mercilessly beats an element that answers back to one of his constant insults. Under a sun that inflames spirits, before the frightened eyes of the entire company, the man hits the boy over and over again, beating him as though each blow were the trigger for another even harder one. The boy falls (or drops), seeking pardon. The sergeant pulls himself together and decides to make the company march. He calls out the orders, but no one moves. The hundred and twenty boys have gone deaf. The contained fury has petrified them, like magma. The little man shoves, curses, insults them, but the mass has turned sharp-edged flint, defiant. He sinks helplessly into hysteria and disappears into the barracks. In the middle of the night, a storm of fists and sticks devastates what's left of the bully. Just before daybreak, he wades out into the underbrush beyond the fences. A few minutes later, a shot is heard, multiplied by echoes. The boys who go out to investigate with the other officers find Sergeant Hitler lying in the weeds, bleeding. The farce of suicide by self-inflicted flesh wound to the blubber in his gut succeeds in nothing more than having him demoted and expelled from the corps for conduct unbecoming. No one questions the student's beating.